- identidad o diversidad (lógica)
- relación (matemática)
- coexistencia necesaria (física)
- existencia real (metafísica)
Locke ha establecido pues, para este análisis de las ideas, que todos nuestros conocimientos tienen sobre nuestras ideas, sobre las relaciones que tienen entre ellas y sobre sus modificaciones. El conocimiento consiste pues en la percepción que tenemos de la conveniencia o la no conveniencia de que nuestras ideas tienen entre ellas. Conocer, es comparar ideas, descubrir cuáles son sus relaciones, y juzgar.
Distingue cuatro tipos de conveniencias y de no conveniencias que corresponden más o menos a ámbitos del conocimiento humano:
Distingue igualmente cuatro tipos de conocimiento: de las dos primeras se desprende la certeza; de la tercera la opinión y la probabilidad; de la cuarta la fe.
Tolerancia religiosa
Locke, escribiendo sus Cartas sobre la tolerancia (1689-1692) después de las guerras de religión europeas, formuló un razonamiento clásico para la tolerancia religiosa. Tres argumentos son centrales:
- Los jueces terrenales, el Estado en particular y los seres humanos en general, no pueden evaluar de manera confiable las afirmaciones de verdad de los puntos de vista religiosos en competencia;
- Incluso si pudieran, hacer cumplir una sola "verdadera religión" no tendría el efecto deseado, porque la violencia no puede obligar a la creencia;
- Coaccionar la uniformidad religiosa conduciría a más desorden social que permitir la diversidad.
Aunque Locke era un defensor de la tolerancia, instó a las autoridades a no tolerar el ateísmo, porque pensaba que la negación de la existencia de Dios socavaría el orden social y conduciría al caos.En cuanto a los católicos, Locke cree que no se les puede confiar una lealtad genuina a la ley, ya que "deben una obediencia ciega a un papa infalible, que tiene las llaves de sus conciencias atado a su cinturón, y en ocasiones puede prescindir de todos sus juramentos, promesas y las obligaciones que tienen con su príncipe".
La intolerancia tiene, para Locke, su origen en la confusión entre Iglesia y Estado: Un Estado religioso no extrae su legitimidad del pueblo, sino de un derecho divino. Contra tal Estado teocrático, el individuo tiene el derecho de rebelarse.
Con respecto a su posición sobre la tolerancia religiosa, Locke fue influido por teólogos bautistas como John Smyth y Thomas Helwys, quienes habían publicado tratados que exigían libertad de conciencia a principios del siglo xvii. El teólogo bautista Roger Williams fundó la colonia Rhode Island en 1636, donde combinó una constitución democrática con libertad religiosa ilimitada. Su tratado The Bloody Tenent of Persecution for Cause of Conscience (1644), que se leyó ampliamente en la madre patria, fue una súplica apasionada por la libertad religiosa absoluta y la separación total de la Iglesia y el Estado. La libertad de conciencia había tenido una alta prioridad en la agenda teológica, filosófica y política, ya que Martín Lutero se negó a retractarse de sus creencias antes de la Dieta del Sacro Imperio Romano en Worms en 1521, a menos que la Biblia lo demostrara falso.
Educación intelectual
Lo primero que debía considerarse para hacer posible esta formación es que había que elegirse aquello que realmente fuera útil para la educación; para él, lo «útil para la formación intelectual del hombre es todo aquello que lo acostumbra a examinar los argumentos favorables o contrarios a una opinión dada, de modo que pueda asumir ante ello una actitud personal».
Educar dentro del campo intelectual, significa enseñar a razonar.
Así que, partiendo de esta idea, decía que la brevedad de la vida no permite darse el lujo de perder el tiempo en un programa de estudio que tenga solo valor estético, y no práctico, pues la instrucción humanista y formal, donde la enseñanza se enfoca principalmente en que los educandos aprendan griego y latín, solo le servirá a aquellos que quieran formarse como ‘sabios’ profesionales, pero su lengua materna, el niño la aprenderá porque reconocerá que es útil y no es necesario que alguien tenga que inculcársela y hacer que la aprenda.
Lo que verdaderamente es útil para su formación y que de verdad tiene un valor formativo para la inteligencia, es la enseñanza de la matemática y la lógica, porque éstas disciplinas potencian las facultades intelectuales y las habilitan para que se pueda aprender mejor.
De entre las disciplinas importantes para él, destacan la geografía, pues amplía la visión del caballero; la historia, porque estimula la imaginación y nos enseña también cómo el presente se encuentra determinado por el pasado.
Educación física
El propósito de la educación física es seguir la evolución del niño y hacer que siga, también, una gradual disciplina. Asimismo, no solo tiene una finalidad higiénica o estética (como lo era para los humanistas), sino más bien ayuda a formar el carácter y una buena moralidad.
Plantea que el cuerpo debe ser sujetado a las rígidas normas del endurecimiento, tal como lo hacían los espartanos, para que así el hombre en un futuro pueda soportar la intemperie y su resistencia física le ayude a soportar las enfermedades o los sufrimientos.
Más que practicar gimnasia o deporte, aconseja practicar natación y equitación, debido a que son actividades útiles para cualquier circunstancia.
Por esto, era importante estudiar anatomía, pues así se es más consciente de las capacidades y funciones físicas que tenemos
Educación moral
En cuanto a la educación moral, es necesaria mucha más disciplina.
El fin de esta educación es alcanzar la virtud, la cual, para él, consiste en que debe aprenderse a querer siempre y solamente aquello que es bueno ante la razón y por lo tanto, es bueno no acostumbrar al hombre, desde niño, a darle todo lo que desee.
Para explicar mejor esta idea, Locke nos dice que «Quien de joven no ha sido acostumbrado por la fuerza a subordinar la propia voluntad a la razón de los demás, difícilmente aceptará someterse a la razón propia cuando esté en edad de hacer uso de ella».33
Consideraba también, que los instintos debían dominarse con una disciplina que preparara al hombre, para que solamente hiciera aquellas cosas que no ofendieran ni la dignidad, ni la excelencia de una criatura razonable.
Para este tipo de educación recomendaba la lectura de Séneca y de Marco Aurelio.
De forma no menos importante, pero que no le da tanta importancia, es importante para él, que se conozcan las Bellas Artes, y en especial, que al caballero puede gustarle la pintura, pero no la poesía.
Locke se acercó a tales ideas como médico y secretario que fue del conde de Shaftesbury, líder del partido Whig, adversario del absolutismo monárquico en la Inglaterra de Carlos II y de Jacobo II. Convertido a la defensa del poder parlamentario, el propio Locke fue perseguido y tuvo que refugiarse en Holanda, de donde regresó tras el triunfo de la «Gloriosa Revolución» inglesa de 1688.
Locke fue uno de los grandes ideólogos de las élites protestantes inglesas que, agrupadas en torno a los whigs, llegaron a controlar el Estado en virtud de aquella revolución; y, en consecuencia, su pensamiento ha ejercido una influencia decisiva sobre la constitución política del Reino Unido hasta la actualidad. Defendió la tolerancia religiosa hacia todas las sectas protestantes e incluso a las religiones no cristianas; pero el carácter interesado y parcial de su liberalismo quedó de manifiesto al excluir del derecho a la tolerancia tanto a los ateos como a los católicos (siendo el enfrentamiento de estos últimos con los protestantes la clave de los conflictos religiosos que venían desangrando a las islas Británicas y a Europa entera).
En su obra más trascendente, Dos ensayos sobre el gobierno civil (1690), sentó los principios básicos del constitucionalismo liberal, al postular que todo hombre nace dotado de unos derechos naturales que el Estado tiene como misión proteger: fundamentalmente, la vida, la libertad y la propiedad. Partiendo del pensamiento de Thomas Hobbes, Locke apoyó la idea de que el Estado nace de un «contrato social» originario, rechazando la doctrina tradicional del origen divino del poder; pero, a diferencia de Hobbes, argumentó que dicho pacto no conducía a la monarquía absoluta, sino que era revocable y sólo podía conducir a un gobierno limitado.
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